En 2010, las llegadas internacionales crecieron en un 6,7% en comparación a 2009, con un crecimiento positivo en todas las regiones del mundo. El número de llegadas alcanzó 935 millones, superando en 58 millones la cifra de 2009 y en 22 millones el nivel de 2008, previo a la crisis. El incremento fue posible gracias al fuerte crecimiento en Asia y la recuperación en América del Norte y del Sur, tras una contracción del 4% en el 2009.
Las economías emergentes fueron las principales impulsoras de este crecimiento. En promedio, las economías avanzadas se recuperaron en un 5% y las emergentes en un 8%, tendencia que refleja la situación económica global y que probablemente continúe en 2011 y el futuro previsible.
El crecimiento de los ingresos por turismo fue menor al de las llegadas. Los emisores tradicionales que más se recuperaron fueron Australia (+9%), Canadá (+8%), Japón (+7%) y Francia (+4%). Sin embargo, las economías emergentes se vuelven a destacar por su crecimiento en ésta área. Los países que más crecieron fueron: China (+17%), Rusia (+26%), Arabia Saudita (+28%) y Brasil (+52%). La OMT destacó igualmente que en el 2010 vio el surgimiento de la importancia de los megaeventos - el deporte, la cultura y exposiciones- en términos de su extraordinaria capacidad para atraer a los visitantes y posicionar a los países de acogida como destino turístico atractivo.
A pesar de la inestabilidad política y social en algunas regiones, las catástrofes naturales, las inclemencias meteorológicas y la incertidumbre económica, el 2010 mantuvo una demanda internacional en turismo bastante buena. Las expectativas para 2011 son bastante positivas, la OMT prevé que las llegadas internacionales crezcan en un 4% a 5%, un ritmo más lento que 2010, pero mayor al promedio previsto a largo plazo. Según la OMT, recuperar los empleos perdidos durante la crisis sigue siendo una tarea pendiente para los años venideros. Igualmente, la organización sigue pronunciándose en contra al incremento de los impuestos al sector turístico, puesto que lo considera contraproducente para la generación de empleos y el crecimiento de las economías.
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