Según una nota del New York Times, los primeros tendrían la opción de pagar 100 dólares  y someterse a un escrutinio previo de su “background” que no les eximiría totalmente de vigilancia, pero sí disminuiría apreciablemente los rigores de esta. Podrían pasar, por ejemplo, los controles sin necesidad de quitarse los zapatos o de sacar los ordenadores de sus fundas. Esto también evitaría pasar por los temidos escáneres corporales y a los desagradables cacheos manuales. Los viajeros regulares pasarían por un control menos molesto  que el reservado a los pasajeros considerados de riesgo. Todo lo mencionado haría menos molesto el control de seguridad en un transporte de masas y algo más compatible la seguridad y la racionalidad en los vuelos. Pero también hay peros a esta propuesta, clasificar a viajeros podría interpretarse como discriminación social o racial. Una grave ofensa lindante con el delito en ese país.

Las propuestas que la TSA tiene en estudio parecen invitar a los pasajeros a participar de su propia clasificación brindando más información de si mismos de antemano, minimizando entonces las comprobaciones necesarias sobre el terreno. Veremos si en un futuro puede implementarse esta propuesta.