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La importante crecida del río Iguazu en junio pasado provocó graves daños en las pasarelas desmontables. Casi el 80% de estos miradores fue arrastrado por las aguas, privando a los turistas de observar de cerca los impresionantes saltos. Luego de seis meses de intenso trabajo, un eficiente equipo de profesionales reconstruyó los tramos de pasarelas perdidas, fijándolas a los pilotes de hormigón que las sostienen a lo largo de 1.100 metros sobre el río Iguazú y sus 275 saltos.
 
Reparar los daños causados por la inundación y crecida sin precedentes (el caudal del agua se elevó a 46.000 metros cúbicos por segundo cuando lo usual son 1.500 metros cúbicos) requirió de una inversión de 2,3 millones de dólares.
 
El cierre de la Garganta del Diablo no redujo la cantidad de visitantes que este año fue de 1,2 millones de turistas.