Como generalmente las tarifas son más baratas que un taxi convencional, sus principales detractores son las compañías de taxis que consideran el sistema como una competencia desleal ya que cualquier conductor registrado en Uber puede ofrecer el servicio. Los coches se reservan mediante el envío de un mensaje de texto o mediante el uso de la aplicación móvil. Los clientes pueden rastrear la ubicación de su coche reservado y los pagos se efectúan a través de tarjetas de crédito que los usuarios deben ingresar al registrarse.

Algunos destinos en Latinoamérica están adoptando el sistema con posiciones encontradas. Así, en Río de Janeiro la justicia autorizó el funcionamiento de la aplicación. El fallo, basado en el interés colectivo, pretende evitar la existencia de monopolios al ofrecer al ciudadano una gama de posibilidades, servicios y precios, permitiéndoles tener acceso a diversos medios de transporte. También impide posibles multas, retención de las licencias de conducir y la confiscación de vehículos.

Por otra parte, en Sao Paulo, la plataforma se encuentra prohibida y en su lugar se creó una nueva categoría de taxis, de nivel superior que también se pueden solicitar a través de aplicaciones móviles. La nueva categoría se denomina “taxi preto” o taxi negro con tarifas hasta un 25% más caras que las de un taxi común.