El 1 de junio, una nueva norma impuesta por la alcaldía de Río de Janeiro prohíbe la música en vivo, las ventas sin permiso y cualquier actividad comercial no regulada en la franja costera. La medida amenaza con borrar el corazón cultural y económico de lugares icónicos como Copacabana e Ipanema.

El decreto, pretende preservar el orden urbano, la seguridad pública, la limpieza y el medioambiente. Pero lo que para algunos es una necesaria regulación, para otros representa un golpe directo al alma de la ciudad.

La nueva norma también obliga a los quioscos a deshacerse de sus nombres populares como "Onda Azul" o "Sereia Tropical" para identificarse únicamente con números. Una decisión que, según los trabajadores, afecta la fidelidad de los clientes y su identidad comercial.

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El impacto económico no es menor. Solo la actividad informal, excluyendo restaurantes y bares, mueve alrededor de 710 millones de dólares al año, según datos oficiales de 2022. Miles de personas viven de vender empanadas, camarones, bikinis o incluso cargadores en la playa.