La propuesta responde a las altas cifras de turismo de Noruega que impulsan al Gobierno a dar este paso para aliviar la presión sobre las comunidades locales y los frágiles entornos naturales. Si la propuesta es aprobada, la normativa podría entrar en vigor en esta misma temporada de verano. En el 2024, Noruega  registró más de 38 millones de pernoctaciones, lo que supone un nuevo récord nacional. 

La tasa tiene una característica muy peculiar, sería de carácter voluntario y se implementaría en un nivel municipal, con el objetivo de equipar destinos muy visitados, como zonas de las islas Lofoten y pintorescos pueblos en los fiordos como Geiranger, con los recursos necesarios para reforzar la infraestructura local y los servicios necesarios para soportar una afluencia creciente de turistas.    

Los fondos generados por el impuesto seria asignados a bienes comunes relacionados con el turismo, o bien a servicios e instalaciones como baños públicos, gestión de residuos, mantenimiento de senderos y señalización informativa. 

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La nueva propuesta se alinea con una tendencia mundial creciente, ya que más destinos en el mundo adoptan impuestos turísticos para ayudar a compensar las presiones ambientales y sociales del aumento en el número de visitantes.