El país está trabajando para alcanzar el ambicioso objetivo de atraer hasta 60 millones de visitantes internacionales en el año 2030. Un incremento significativo del 50% con respecto a las cifras actuales de turismo, lo que destaca el enfoque estratégico de Japón en mejorar su posición como centro turístico mundial líder.
Sin embargo no todas son buenas noticias. Ante crecientes protestas locales por la masificación y la presión sobre su patrimonio cultural y natural, Japón ha decidido ajustar su estrategia turística e implementar nuevas reglas.
Entre las principales medidas, el Gobierno pondrá fin a la devolución inmediata del impuesto de consumo en las tiendas a partir del 1 de noviembre de 2026. Los turistas deberán pagar el gravamen en caja y solicitar el reembolso en los aeropuertos al salir del país.
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Asimismo, desde julio se ha formalizado un sistema de precios diferenciados en museos, templos, estaciones de esquí y otros atractivos, con tarifas entre un 30% y un 100% más altas para visitantes extranjeros. Los ingresos adicionales se destinarán al mantenimiento de los enclaves turísticos.
El plan incluye además límites diarios de visitantes en lugares emblemáticos como el Monte Fuji y, de cara a 2028, la introducción de un sistema de autorización electrónica (Jesta) para viajeros de 71 países hoy exentos de visado, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Australia y gran parte de Europa.
Las autoridades insisten en que estas medidas buscan garantizar un turismo sostenible y preservar los sitios icónicos de Japón a largo plazo, aunque reconocen que supondrán mayores costes y trámites para los visitantes internacionales.
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