Con el argumento de que los caballos son muy impredecibles y las vías de circulación están demasiado transitadas con tantos tipos de usuarios: ciclistas, corredores, peatones y paseantes estos carruajes tienen un gran impacto en la seguridad pública y la infraestructura del parque cada vez más concurrido.
Según el Sindicato de Trabajadores del Transporte, que representa a los empleados del sector, en la actualidad hay 68 propietarios de carruajes autorizados con un total de unos 200 caballos y 170 conductores. “Estos carruajes están hachos a medida para disfrutar y conocer el parque con sus senderos y caminos ondulados”, señalan. El recorrido común de los primeros 20 minutos cuesta aproximadamente 72 dólares. Las fracciones adicionales de 10 minutos cuestan 29 dólares.
Central Park recibe a unos 40 millones de visitantes al año, muchos de los cuales se desplazan en bicicletas de alquiler o simplemente caminando por los senderos del lugar. Grupos defensores de los derechos de los animales afirman que los caballos trabajan demasiado, viven en establos inadecuados y que sus conductores infringen las normas municipales, incluso dejando montones de estiércol.
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El punto de inflexión fueron dos incidentes recientes de caballos de carruaje desbocados: en mayo, un caballo asustado se soltó de su cuidador y corrió suelto por el parque. Días después, dos caballos más se soltaron de sus conductores y chocaron contra una flota de bicitaxis estacionados.
Según las normas de la ciudad, cada caballo es inspeccionado por un veterinario dos veces al año y la edad máxima a la que pueden trabajar es de 26 años. Trabajan un máximo de nueve horas al día y deben dejar de dar viajes si la temperatura supera los 32 grados C o los 27 C con alta humedad. Tampoco trabajan si la temperatura cae por debajo de los 7 °C o si hay condiciones climáticas severas, y deben tener al menos cinco semanas de vacaciones al año fuera de los límites de la ciudad con acceso diario a los pastos.
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