Igualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha venido insistiendo en que el cierre de fronteras no es un medio eficaz para gestionar una pandemia mundial. Sin embargo, ignorando las recomendaciones de la OMS y al margen de la opinión de la industria  algunos gobiernos respondieron a la pandemia restringiendo los viajes, una medida que solo sirvió para paralizar la conectividad aérea global con enormes consecuencias económicas.

Por su parte, la restauración de la conectividad global se ha convertido en un auténtico desafío en un entorno en que los gobiernos continúan aplicando medidas locales que distan de los estándares globales, a lo que hay que sumar los cambios constantes de medidas que han impedido que la industria se prepare para afrontar la aceleración que están experimentando los viajes aéreos. En este contexto, los viajeros internacionales siguen sufriendo la falta de coordinación a nivel global frente a un problema común.

“Es vital restaurar la confianza de la población con una gestión eficaz de las crisis sanitarias por parte de los gobiernos. El problema principal no ha sido el virus, sino el miedo a encontrarse con restricciones fronterizas repentinas y arbitrarias impuestas por las autoridades. Debemos analizar y aprender las lecciones que nos ha dejado esta pandemia para gestionar futuras crisis de salud sin poner en riesgo el cierre de fronteras”, dijo Conrad Clifford, director general adjunto de IATA.

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En un escenario de reconstrucción del tráfico aéreo tras más de dos años de crisis, estas son las tres lecciones clave que los gobiernos deben tener en cuenta: las medidas basadas en el control fronterizo no son efectivas para controlar una pandemia. Aunque las restricciones más severas —como el cierre total de fronteras y el periodo de cuarentena— se han eliminado y la conectividad va ganando terreno, los gobiernos siguen obstaculizando los viajes de forma innecesaria;  Los gobiernos deben mantener el equilibrio entre las medidas de salud y el impacto económico y social.  No existe evidencia sobre la efectividad de las restricciones, lo que sí se ha demostrado es su impacto negativo en la conectividad aérea. Por ello, los políticos deben pensar en los beneficios económicos y sociales de la conectividad aérea a la hora de aplicar restricciones de viaje relacionadas con la salud. En 2019, la aviación generó casi 40 millones de puestos de trabajo en todo el mundo y aportó 3,5 billones USD al PIB mundial; La confianza del viajero exige medidas coherentes e información clara. La confianza pública se ve perjudicada por normas arbitrarias y una información deficiente o contradictoria. Durante la pandemia, las normativas y la información sobre las restricciones fronterizas fueron confusas e incoherentes. Solo en enero de 2022 existían unas 100.000 normas diferentes que afectaban a los viajes internacionales, un mosaico de medidas que solo ha generado confusión en los viajeros y causado un enorme perjuicio en las operaciones aéreas.

 “En la actualidad, el 71% de los viajeros cree que los viajes deberían ser como antes de la pandemia. Con la vuelta a la normalidad, pronto volveremos a centrarnos en una de nuestras mayores preocupaciones: crecer de forma sostenible, sin olvidar —tanto gobiernos como industria— las lecciones de esta pandemia. Vendrán nuevas amenazas para la salud mundial. Aplicar las lecciones de la pandemia del COVID-19 a futuras crisis de salud es la mejor manera de garantizar que los sacrificios realizados por millones de personas no hayan sido en vano”, dijo Clifford.