Su icónica figura coronada por una capa de nieve fue reconocida como perteneciente al Patrimonio Cultural Mundial de la Unesco en 2013 y es uno de los símbolos nacionales del Japón. En los últimos años, el número de visitantes se elevó a 5.1 millones.

El aumento del turismo, registrado en la etapa de recuperación de la pandemia atrajo a miles de excursionistas al lugar causando daños ambientales y ejerciendo una presión adicional sobre los servicios locales. 

A pesar de una campaña que insta a visitantes a no tirar basura y a los voluntarios que retiran toneladas de basura anualmente, existe una permanente queja por hacinamiento de visitantes y l cantidad de basura a lo largo del camino de ascenso.

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“Fuji se enfrenta a una verdadera crisis por la cantidad incontrolable de turistas y pronto se convertirá en algo poco atractivo que nadie querrá escalarlo”  señalan desde la prefectura de Yamanashi. Según los cuidadores del Monte Fuji “hay demasiada gente en el lugar en este momento incluidos muchos novatos sin experiencia, mal equipados y propensos a la hipotermia y al mal de altura. Como resultado, las solicitudes de rescate aumentaron en un 50% con relación al año pasado”