El proceso contempla un financiamiento DIP (deudor en posesión) por USD 1.600 millones, que incluye USD 670 millones en liquidez y una emisión de acciones por hasta USD 650 millones. Además, se espera que United y American inviertan entre USD 100 y USD 150 millones cada una, con posibilidad de obtener participación accionaria y puestos en el directorio.

En el último año, Azul ha cerrado acuerdos con arrendadores, ha canjeado su deuda y ha recaudado cientos de millones en efectivo en un intento de mejorar sus finanzas. La aerolínea igualmente había estado trabajando para obtener financiación adicional de los tenedores de bonos después de lanzar una oferta de acciones con el fin de mejorar su estructura de capital.

Sin acceso a nuevo capital y sin avances por parte del gobierno brasileño en la creación de una línea de crédito para el sector, el Capítulo 11 aparece como la única vía viable para reestructurar sus deudas y mantener operaciones. La expectativa de la empresa es completar la reestructuración en seis meses a un año, gracias a acuerdos ya preestablecidos.

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Azul, fundada por David Neeleman en marzo del 2008, fue la única de las grandes aerolíneas nacidas tras la desregulación del mercado aéreo brasileño en los años 90 que había evitado hasta ahora una reestructuración judicial. A pesar de superar la pandemia sin declararse en quiebra, la empresa enfrenta hoy altos costos derivados de acuerdos con acreedores, vencimientos de pagos y una constante apreciación del dólar, lo que afecta su liquidez.