Esta decisión reconfigura el concepto de experiencia en cabina, genera debates en redes y plantea preguntas sobre comodidad y eficiencia operativa. Con esta medida se busca reducir el peso de cada asiento y ahorrar combustible generando mayor eficiencia y menores emisiones; evitar costos de instalación y mantenimiento con necesidad de actualizaciones frecuentes y adaptarse al uso creciente de dispositivos personales.
United y Alaska Airlines también se han sumado a esta tendencia, priorizando conectividad y dispositivos personales sobre pantallas integradas. En compensación, American Airlines invirtió en ampliar la capacidad de WiFi con tecnología vía satélite como ViaSat y Gogo 2Ku, aunque no necesariamente gratuita. Además, algunas fuentes indican que la aerolínea considera desplegar una nueva interfaz digital optimizada para streaming y dispositivos propios. Igualmente está adaptando asientos con puertos USB-C y soportes para tablets.
Algunos pasajeros sin embargo no están de acuerdo y señalan que necesitan descargar contenidos antes del vuelo, lidiar con baterías o depender de un Wi-Fi inestable. También aparentemente desaparece el mapa de vuelo sin pantalla propia, disminuyendo la experiencia a bordo.
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En la década de 1990, el entretenimiento en vuelo comenzó integrado en pantallas de montaje central, luego evolucionó a IFE seatback con DVD y más tarde con contenido digital. Boeing y Airbus comercializaron estos sistemas intensamente. La pandemia aceleró la transformación digital. La conectividad WiFi mejoró y la penetración de smartphones superó el 90 %. En ese contexto, aerolíneas como American evaluaron que mantener las IFE ya no era sostenible, culminando con la decisión actual.
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