La prueba se realizó en un vuelo comercial donde el robot, vistiendo una camiseta con el logo de la aerolínea, participó en el servicio a bordo realizando tareas limitadas y programadas previamente, dando la bienvenida a los pasajeros e interviniendo en parte del briefing de seguridad mientras los asistentes humanos – a cargo de todas las operaciones esenciales-, controlaban su comportamiento para evitar cualquier inconveniente durante el vuelo.
La experiencia permitió observar como robots humanoides podrían realizar funciones de apoyo dentro de la cabina de pasajeros mientras la tripulación se encarga de los controles de seguridad, tareas de servicio y atiende consultas. El robot, en esta experiencia, se limitó a movimientos e interacciones diseñados para evaluar su comportamiento en un entorno real.
Los robots ya se utilizan en aeropuertos para tareas de asistencia, limpieza o seguridad, su uso dentro de una aeronave plantea desafíos técnicos adicionales, como la movilidad en pasillos estrechos, la certificación operativa y la gestión de situaciones de emergencia. Las limitaciones actuales impiden que un robot participe en evacuaciones, primeros auxilios o soluciones de incidentes, funciones que continúan siendo exclusivas del personal humano.
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Otras iniciativas similares han surgido recientemente, como Sama, la figura digital presentada por Qatar Airways para asistencia virtual, aunque sin presencia física en los aviones. La prueba de Pobeda forma parte del interés creciente del sector por integrar robótica e inteligencia artificial en tareas complementarias, sin reemplazar las funciones críticas de la tripulación.


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