Este tipo de medidas, aunque transitorias, producen un efecto devastador en los viajes y el turismo, mermando la recuperación de la economía y los empleos y restando competitividad al país, al no seguir la senda de otras naciones que han apostado por la reactivación del sector, sobre todo de cara a la llegada de la temporada de verano.

“Lamentamos la aplicación de esta disposición que vuelve a poner en jaque al sector cuando aún no había salido de la peor crisis de su historia. En los últimos meses hemos visto un crecimiento en las ventas de pasajes. Esta recuperación ya está en riesgo, dado que casi la mitad de los pasajes vendidos por agencias de viaje se emite a través de tarjetas de crédito, y en particular aquellas financiadas en cuotas. Además, debe considerarse que los pasajes internacionales comprados en Argentina en pesos imponen una gran carga tributaria, a lo que ahora se suma la imposibilidad de afrontar el pago en cuotas”, sostuvo Peter Cerdá, Vicepresidente Regional de IATA para las Américas.

Cerdá señaló al mismo tiempo que el impacto directo se registrará no solo sobre el turismo emisivo, sino que también en el receptivo, dado que los aviones necesitan flujo de pasajeros tanto de ida como de regreso para sostener su operación. “Si se restringe la demanda de uno de estos flujos, muy probablemente vamos a ver una caída en la oferta de vuelos, determinando una menor capacidad y, por lo tanto, menor número de pasajeros extranjeros entrando al país. Esto afectará a su vez el ingreso de divisas al país y la dinamización del turismo interno, tan esperada por todos”, dijo.

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Después de 18 meses de pandemia, el mercado aerocomercial argentino registra una caída acumulada (cierre de octubre) de 66% en sus ventas respecto a 2019.