Embarcada en una “década de renovación”, se encuentra con muchos planes y amplios objetivos globales establecidos para el futuro, que abarcan la restauración, la sostenibilidad, la accesibilidad, el medio ambiente, patrimonio indígena y la educación. Considerado uno de los edificios más distintivos del mundo y una obra maestra de la arquitectura del siglo XX, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, directivos de SOH por sus siglas afirman que “creemos que el arte y la cultura son un catalizador para impulsar un cambio positivo”.
En 2019, la Ópera se comprometió con los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas que incluyeron la introducción de planes de acción comunitarios, accesibilidad y medio ambiente, ampliando posteriormente el compromiso con una estrategia de diversidad, inclusión y pertenencia.
“Mientras celebramos nuestro 50 aniversario, continuamos haciendo todo lo que podemos para inspirar un cambio positivo”, señalan desde la ópera. Hace 50 años el arquitecto de la Ópera, Jørn Utzon, incorporó principios de sostenibilidad, como un innovador sistema de refrigeración por agua de mar, planificado para una vida útil de 250 años.
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El costo estimado originalmente para la construcción fue de 7 millones de dólares. El costo final fue de 102 millones pagado en gran parte por una lotería estatal. Se presentaron 233 diseños al concurso internacional celebrado en 1956, Jørn Utzon de Dinamarca fue anunciado como ganador y recibió 5.000 libras por su diseño. La construcción total se extendió por 14 años, 10 años más de lo previsto y fue inaugurada por Isabel II, el 20 de octubre de 1973 y es visitada por casi 11 millones de personas cada año.
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