El nuevo impuesto no solo afectará a los visitantes que viajen con sus mascotas, sino también a los residentes. A partir de 2026, los residentes locales deberán pagar un impuesto anual de 100 euros por mascota mientras que los turistas  deberán abonar un impuesto diario de 1,50 euros (unos dos dólares) por cada animal que ingrese a la ciudad, en una medida que ya genera controversia. La iniciativa forma parte de un plan más amplio para controlar el impacto del turismo y cubrir los gastos de limpieza urbana, además de financiar nuevos parques exclusivos para perros y sus dueños.  

La decisión, se fundamenta en cubrir el gasto que se hace en limpieza  y está dirigido concretamente a los dueños de perros, aunque no solo de los que vienen de viaje. “Es una medida justa, porque afecta únicamente a los dueños de perros. De lo contrario, la limpieza de las aceras recaería sobre toda la ciudadanía, cuando está claro que la única suciedad en nuestras calles proviene de los desechos caninos”, afirman concejales municipales.

Sin embargo, la medida ha generado rechazo entre las organizaciones defensoras de los animales que califican la decisión como un error que “daña la imagen de la región”. La medida no solo penaliza a las familias y turistas responsables, sino que también envía un mensaje equivocado: convertir a los animales en contribuyentes.

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