Las barreras y restricciones a los viajes que se han introducido en todo el mundo en el transcurso de la pandemia constituyen el obstáculo más grande en el análisis y resultados en la historia del índice. El estudio actual no tuvo en cuenta las restricciones temporales y ubica al frente a los pasaportes de Japón y Singapur, cuyos titulares pueden viajar sin visa a 192 destinos de todo el mundo. Al final de la lista encontramos a Afganistán, cuyo pasaporte solo permite el acceso a 26 países sin visa. Previa.
La clasificación ubica en los primeros diez puestos a los pasaportes de los siguientes países.
1. Japón, Singapur (192 destinos); 2. Alemania, Corea del Sur (190); 3. Finlandia, Italia, Luxemburgo, España (189); 4. Austria, Dinamarca; Francia, Países Bajos, Suecia (188); 5. Irlanda, Portugal (187); 6. Bélgica, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza, Reino Unido, Estados Unidos (186); 7. Australia, Canadá, República Checa, Grecia, Malta (185); 8. Polonia, Hungría (183); 9. Lituania, Eslovaquia (182); y 10. Estonia, Letonia, Eslovenia (181)
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Sin considerar la pandemia, los niveles generales de libertad de viaje se han expandido enormemente en las últimas dos décadas. El índice de pasaportes de Henley señala que en 2006 una persona podía, en promedio, visitar 57 países sin necesidad de adquirir una visa por adelantado. Hoy, ese número es 107, casi el doble. Sin embargo, estas nuevas libertades las disfrutan principalmente Europa, América del Norte y las naciones asiáticas más ricas:
Christian H. Kaelin, presidente de Henley & Partners y creador del concepto de índice de pasaporte, dice que la apertura de los canales de migración será crucial para la recuperación posterior a la pandemia. "Los pasaportes y las visas se encuentran entre los instrumentos más importantes que afectan la desigualdad social en todo el mundo, ya que determinan las oportunidades de movilidad global", dice. "Las fronteras dentro de las cuales nacemos y los documentos que tenemos derecho a poseer no son menos arbitrarios que el color de nuestra piel. Los estados más ricos deben fomentar la migración interna positiva en un esfuerzo por ayudar a redistribuir y reequilibrar los recursos humanos y materiales en todo el mundo”.
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