Esta normativa respaldaba la Ley de Prohibición de Fumar en Aerolíneas de 1989. Con esto, América del Norte se convirtió en una de las primeras regiones en establecer vuelos completamente libres de humo, sentando un precedente para regulaciones similares en otras partes del mundo. Pero lo cierto es que la prohibición total llegó recién en 2000.

Dejar de fumar en los aviones representó en su momento un cambio radical en la historia de la aviación. Hasta finales de los años 90 muchas compañías permitían fumar a bordo de sus aviones durante los vuelos estableciendo zonas especiales para fumadores, generalmente ubicadas en las últimas filas.

Esto no agradaba a los no fumadores ya que el humo se extendía por la cabina, igualmente los sistemas de ventilación no eran suficientes para filtrar eficazmente el humo. La prohibición de fumar en los aviones mejoró considerablemente la experiencia de vuelo disipando preocupaciones  sobre los efectos del humo de segunda mano en pasajeros y tripulantes. 

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Actualmente fumar en los aviones, incluidos los cigarrillos electrónicos, está prohibido en todo el mundo.  Los ceniceros y las señales de prohibido fumar siguen estando presentes en los aviones en cumplimiento de normas y por razones de seguridad pero en ningún caso se debe considerar una invitación a ignorar la prohibición de fumar. Las infracciones pueden ocasionar importantes sanciones, incluidas multas y hasta penas de prisión. 

Fumar a bordo de un avión representa riesgos considerables para la seguridad. Una colilla mal apagada puede provocar un incendio; puede afectar la salud del fumador e incluso la de los demás viajeros. El humo del cigarrillo circula en el espacio reducido deteriorando la calidad del aire y produce olores desagradables. Hoy día, los aviones se encuentran equipados con detectores de humo y fumar en los aseos puede activar alarmas.